La Ilustración (en francés: Lumières; en inglés: Enlightenment; en italiano: Illuminismo) fue un movimiento intelectual y un estado de ánimo. El término representa una etapa o era en la historia cultural de Europa, pero también sirve para definir las ideas de reforma inspiradas por una influyente literatura que puso en duda las creencias tradicionales y delineó propuestas basadas en la razón, la ciencia y el progreso.
La era de la Ilustración, el siglo de la Ilustración, o la era de la Razón fue un movimiento intelectual que se produjo en Europa (especialmente en Francia e Inglaterra) desde finales del siglo XVII hasta la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII. A mediados del siglo XVIII en París ya se encontraba el epicentro de una explosión filosófica y científica que desafió dogmas y doctrinas tradicionales como la religión, la doctrina católica, la monarquía y el derecho divino de los reyes.
Dos distintas tendencias de pensamiento Ilustrado existieron: La Ilustración radical, inspirada en la filosofía de Baruch Spinoza, propugnando la democracia, la libertad individual, la libertad de expresión, y la erradicación de la autoridad religiosa; y una segunda corriente de Ilustración algo moderada (apoyada por René Descartes, John Locke, Christian Wolff, Isaac Newton, entre otros) que buscaba un equilibrio entre la reforma y los sistemas tradicionales políticos y religiosos.
La Ilustración, así como las diversas revoluciones (como la Revolución Francesa) cuyos principios derivaron de esta corriente de pensamiento, inspiraron e influenciaron a su vez una serie de movimientos políticos y culturales opuestos entre sí. Como ejemplo emblemático se encuentra el Liberalismo por un lado, en completo contraste con el Comunismo (influenciado por principios Ilustrados pero en contradicción con el Liberalismo), así como el ultra nacionalismo (precursor del Fascismo y del Estado Totalitario).

Principios de la Ilustración
Entre los más importantes representantes de la Ilustración se encontraban Voltaire y Jean-Jacques Rousseau, quienes argumentaban sobre una sociedad basada en la razón en lugar de la fe o la doctrina Católica, por un nuevo orden civil basado en la ley natural y por ciencias basadas en la experimentación y la observación. Montesquieu por su parte, introdujo la idea de la separación de poderes en el gobierno, un concepto que fue adoptado por la mayoría de las democracias en el mundo.
Los defensores del absolutismo político y religioso afirmaban que la inclinación de someterse a la autoridad estaba presente desde el nacimiento de la persona, y que la monarquía y los reyes obtenían su autoridad de la voluntad divina. La Ilustración puso en duda estas creencias. John Locke, en su Ensayo sobre el entendimiento humano negaba la existencia de este tipo de ideas innatas describiendo la mente del recién nacido como un «pizarrón en blanco» (en latín: tabula rasa) en el que se escribiría la experiencia.
La Ilustración se apropió de los descubrimientos de Issac Newton como si fuesen la revelación de la verdad única. Newton había postulado los principios de la fuerza natural de gravitación que mantenía unido al universo, dando sentido a este. Los filósofos consideraban que podrían encontrarse leyes similares que gobernaran y explicaran toda actividad humana. Se vieron así mismos como los Newton de la política, la justicia y la economía, capaces de reducir a las instituciones a fórmulas de exactitud casi matemática.
Ilustración americana
El término «Ilustración americana» es una traducción aceptada por la DRAE de la expresión inglesa «American Enlightenment», aunque se suele denominar preferiblemente como «Ilustración en Estados Unidos» para diferenciarla de la Ilustración en la América española o en la América portuguesa, con el inconveniente que Estados Unidos no existía durante el inicio y en gran parte del movimiento cultural.
La Ilustración americana fue un período de agitación intelectual en las trece colonias británicas en Norteamérica entre los años 1714 y 1818, que influyó en la Revolución norteamericana y en la creación de la nueva nación. La Ilustración americana fue influenciada por la Ilustración europea del siglo XVIII y las propias filosofías americanas. Este movimiento cultural aplicó el razonamiento científico en la política, la ciencia, y la religión, promoviendo la tolerancia y restaurando el estudio de la literatura, las artes y la música.
Los representantes políticos más importantes de la Ilustración americana fueron John Adams, James Madison, George Mason, James Wilson, Alexander Hamilton, Thomas Jefferson y especialmente Benjamin Franklin. También destacaron en el campo de las ciencias: Jared Eliot por su trabajo en metalurgía y agricultura, David Rittenhouse en astronomía, matemática e instrumentos, Benjamin Rush medicina, Charles Willson Peale en historia natural, y Cadwallader Colden por su trabajo en botánica. Benjamin Franklin también destacó como científico por su trabajo con la electricidad.
El legado de la Ilustración
La mayor importancia política de la Ilustración radica en su legado para el futuro. La ilustración condensó muchas de las reclamaciones políticas y sociales de lo que más tarde se conocería como liberalismo. Pero en este respecto su herencia es ambigua ya que los hombres ilustrados no aspiraban a la libertad por sí misma, sino a la libertad por las consecuencias que esta implicaría. La posibilidad que la humanidad fuese feliz en la tierra fue la principal visión innovadora del siglo XVIII. Pero, por encima de todo, la Ilustración difundió la idea de que el conocimiento era benigno y progresivo, y debía ser la base para las reformas políticas y sociales.
La Ilustración hizo su contribución más conocida al futuro de la tradición liberal europea en el siglo XVIII con la creación del anticlericalismo clásico, un movimiento intelectual contrario a la influencia de religión y de las instituciones religiosas en la sociedad, la política y en asuntos del Estado. Las luchas entre Iglesia y Estado tenían muchas raíces, además de las filosóficas, pero siempre podían presentarse como parte de una guerra continuada de la Ilustración y la racionalidad contra la superstición y la intolerancia.
Los principios de la Ilustración que evolucionaron durante el siglo XVIII sirvieron, de forma directa o indirecta, como piedra fundacional de los ideales políticos en cada movimiento republicano en Europa y el continente americano. En estalla la Revolución norteamericana, en la Revolución francesa, en 1791 la Revolución haitiana, y en – estallan los movimientos independentistas en América hispana, todos influenciados por ideales republicanos y liberales de la Ilustración.
Desde una amplia perspectiva, las revoluciones fueron generalmente exitosas. Estas propagaron las ideas del republicanismo (donde la soberanía popular reside en la gente), el liberalismo, el derrocamiento de aristocracias y monarquías, de la separación de los poderes del Estado, el rechazo a la iglesia en asuntos de Estado, la igualdad ante la ley, el debido proceso ante tribunales imparciales, etc. Sin embargo, muchos de estos ideales ilustrados tan extendidos han quedado plasmados solo en papel, posiblemente como proyectos de lo que debería ser el futuro.
Curiosamente, los principios de la Ilustración también sirvieron como piedra fundacional de movimientos contrarios al liberalismo, como sucedió con el comunismo, caracterizado por la planificación colectiva de sociedad, la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y restricciones a las libertades económicas e individuales. Cuando estalla la Revolución Francesa el comunismo nace como doctrina política, y tiene su apogeo durante las luchas laborales en la Revolución industrial del siglo XIX cuando los socialistas (o comunistas) culpaban al capitalismo por la miseria del proletariado.
Pero también es notable como la Ilustración influyó en el ascenso de la esfera pública (la esfera de debate social, o de opinión pública), así como en la noción moderna de Estado-nación (anteriormente las grandes administraciones territoriales eran monarquías de carácter hereditario que podían llegar a modificarse, separarse o anexarse por conflictos, lazos familiares o por matrimonio).