El Congreso de Viena fue una asamblea internacional celebrada en Viena, capital de Austria, desde hasta la firma del «Acta Final» el , en la cual participaron delegaciones europeas que negociaron la reorganización política y territorial de Europa tras la conclusión de la Guerra de la Sexta Coalición durante las Guerras napoleónicas; y más tarde, definirían la Séptima Coalición tras el sorpresivo regreso de Napoleón en Francia. En sentido estricto, el «Congreso de Viena» no fue realmente un congreso ya que no se reunió en plenaria, y la mayoría de las discusiones se llevaron a cabo en reuniones informales entre las grandes potencias: Austria, Gran Bretaña, Francia, Rusia y en ocasiones Prusia, con la participación limitada o nula de otras delegaciones europeas. Pero los acuerdos entre las cuatro grandes potencias lograron mantener una relativa paz y estabilidad multilateral en Europa por los siguientes 100 años, hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.
El objetivo del Congreso de Viena era producir una paz duradera en Europa, buscando solución a los asuntos contenciosos que estaban en vilo después de más de 100 años casi continuos de guerras y conflictos en el continente. Tales fueron los casos de la Guerra de Sucesión Española (–), la Guerra de Sucesión polaca (–), la Guerra del Asiento (–), la Guerra de Sucesión Austriaca (–), la Guerra de los Siete Años (–), las Guerras revolucionarias francesas (–) y las Guerras napoleónicas (–). Pero la asamblea, de corte conservadora, buscaba restaurar fronteras y privilegios monárquicos a lo largo y ancho de Europa, al estado como se encontraban antes de la Revolución francesa. Esto implicaba la supresión de movimientos liberales y republicanos emergentes, lo que sería causal de nuevos movimientos reformistas a lo interno de las naciones, y más tarde, de las Revoluciones de 1848 en Europa.

Entre las repercusiones del Congreso de Viena, Francia pierde todas las conquistas logradas durante las Guerras napoleónicas; mientras que Prusia, Austria y Rusia tuvieron importantes ganancias territoriales. Prusia anexó pequeños estados alemanes al oeste, Pomerania sueca, y un 60% del Reino de Sajonia. Austria gana Venecia y gran parte del norte de Italia. Rusia anexó la mayor parte del Ducado de Varsovia (Polonia). El nuevo Reino de los Países Bajos había sido creado solo unos meses antes, incluyendo un territorio que era previamente austriaco y que, a partir de se convierte en Bélgica. En España fue ratificada la restauración de Fernando VII en el trono, después de un año de concluida la Guerra de Independencia Española, aunque la posición política de los ibéricos era muy débil y no fueron incluidos en las negociaciones. Fue además creada la Confederación Germánica, una débil asociación de 39 Estados de habla alemana, principalmente con el propósito de servir a los intereses de las potencias europeas, particularmente Austria y Prusia.
Congreso de Viena
Delegados
En 1814 y 1815 el príncipe Metternich de Austria fue el anfitrión del Congreso de Viena, que enfocó las tareas para la reconstrucción y reorganización de Europa con un corte deliberadamente conservador. Durante la mayor parte de la duración de la asamblea, los diplomáticos europeos pasaron su tiempo en bailes y banquetes, conciertos y partidas de caza. De hecho, la brillante vida social mantuvo distraídos a los representantes de los Estados satélites u otras delegaciones, mientras que los diplomáticos de las grandes potencias arreglaban las cuestiones en privado. Fueron cuatro hombres quienes tomaron la mayor parte de las decisiones importantes: Metternich de Austria, el zar Alejandro I de Rusia, el viz conde Castlereagh, ministro de asuntos extranjeros británico, y Charles Maurice de Talleyrand, ministro del exterior francés. Castlereagh consideraba que la mejor manera de lograr una paz duradera era restaurando el equilibrio de poder, evitando que las principales potencias, entre ellas Francia, se volvieran demasiado poderosas o demasiado débiles.
En Viena, Talleyrand logró el mayor éxito de su prolongada carrera. Talleyrand ejerció en sus orígenes como obispo del Antiguo Régimen; posteriormente se unió a la Revolución de 1789, y fue uno de los pocos obispos que apoyó la Constitución Civil del Clero; fue ministro de asuntos exteriores de Napoleón y después, conspiró contra Napoleón a partir de 1807 mientras aun ejercía el cargo. Este diplomático tan adaptable pronto se introdujo en el círculo interno de Viena, aprovechando su experiencia política para explotar las diferencias que dividieron a los vencedores de la guerra.
Cambios territoriales
El zar Alejandro I fue particularmente divisivo y contribuyó ante las intrigas de Talleyrand. La política de Alejandro I hacia Polonia casi deshizo el Congreso. Propuso una restauración parcial de lo que había sido Polonia en el siglo XVII, con él como monarca; de esta manera Austria y Prusia perderían sus territorios polacos. Alejandro logra el apoyo de Prusia cuando este respalda sus demandas para la anexión de Sajonia. Pero Metternich no deseaba que Prusia obtuviera una ganancia territorial tan importante. Además, tanto a Metternich como a Castlereagh les disgustaba la idea de una Polonia dominada por Rusia.
Talleyrand se unió a Metternich y a Castlereagh para amenazar tanto a Prusia como a Rusia con una guerra a menos que moderaran sus demandas. Esta amenaza fue efectiva y dio como resultado un arreglo inmediato. Alejandro logra ganar la mayor parte de Polonia pero conviene en reducir su tamaño, al mismo tiempo que permite que tanto Prusia como Austria conserven parte de lo que habían ganado con las particiones. Prusia se apodera de casi la mitad de Sajonia, mientras que al rey de esta última se le permitió conservar el resto del territorio.
Una vez que la cuestión sajona-polaca queda resuelta, el Congreso concentra su atención en otras cuestiones dinásticas y territoriales de importancia. Según lo que Talleyrand bautizó como «el sagrado principio de legitimidad», los tronos y las fronteras debían retornar a la situación en la que se encontraban para 1789 (antes de estallar la Revolución francesa). No obstante, en la práctica, los diplomáticos estaban conscientes que no podrían dar marcha atrás a muchos de los cambios que habían traído tanto la Revolución como la era de Napoleón. A pesar que el Congreso sanciona/ratifica el retorno de los borbónes a los tronos de España, Francia y Nápoles, intentaron revivir la república de Venecia y cientos de Estados alemanes que habían desaparecido desde 1789. En Alemania, el Congreso dispone que 39 Estados se agruparan en una débil confederación. El principal órgano de la Confederación alemana habría de fungir como un consejo de diplomáticos de los estados soberanos y no como una asamblea nacional representativa. Sus miembros más importantes fueron Prusia y Austria.
Los intercambios territoriales resultaban complejos y a menudo cínicos. Prusia, además de anexarse parte de Sajonia, agregó el reino napoleónico de Westfalia a sus desperdigados territorios en el occidente de Alemania, creando de esta manera la imponente Provincia del Rin. Austria pierde la región de la actual Bélgica, que queda incorporada en el reino de los Países Bajos para reforzar la franja al norte de Francia. Pero Austria recupera la costa del Mar Adriático y la antigua posesión de los Habsburgo en Lombardia, a la cual se unifica con Venecia. El Congreso de Viena restaura el reino Borbón de Nápoles, los Estados de la Iglesia, y en el flanco norte al gran ducado de Toscana. El reino de Piamonte-Cerdeña adquiere a Génova como barrera contra Francia. Suiza que ya era independiente logra incrementar su territorio, al tiempo que se garantiza su neutralidad. El Congreso confirma la previa transferencia de Finlandia del poder de Suecia al de Rusia, y compensa a Suecia transfiriendo Noruega, que se encontraba para entonces bajo el dominio de Dinamarca. Inglaterra recibe las estratégicas islas mediterráneas de Malta, las Jónicas a la entrada del Mar Adriático; y fuera del territorio europeo obtiene las antiguas colonias holandesas de Ceilán y del Cabo de Buena Esperanza, además de algunos puestos de avanzada franceses menores.
Al principio del Congreso, Francia logra recuperar los límites fronterizos que tenia en 1792, incluyendo adquisiciones territoriales menores que se remontan a los inicios de la Revolución. Pero cuando Napoleón huye de la Isla de Elba, inicia la fase de los «Cien Días» y estalla la Guerra de la Séptima Coalición, el arreglo final después de la Batalla de Waterloo le asigna a Francia las fronteras que tenía en 1790, que en esencia eran aquellas que prevalecieron durante el Antiguo Régimen antes de la Revolución, más Aviñón.
Para prevenir cualquier posible agresión futura por parte de Francia, Castlereagh idea la política de reforzar a sus vecinos. Al norte los franceses tenían a los belgas y a los holandeses unidos en el reino de los Países Bajos; hacia el noreste estaba la Provincia del Rin de Prusia; y yacia el este, los Estados ampliados de Suiza y del Piamonte.
Sistema de Alianzas
Una consecuencia directa del Congreso de Viena fue la creación del sistema de alianzas que 100 años más tarde sería determinante para el inicio de la Primera Guerra Mundial. En septiembre de 1815 se forma la Santa Alianza entre Rusia, Austria y Prusia abocada a la propuesta de que «la política de las potencias debería estar guiada por las verdades sublimes que enseña la religión eterna de Dios nuestro Salvador». Luego, en noviembre de 1815 se forma la Cuádruple Alianza entre Inglaterra, Prusia, Austria y Rusia; conviniendo en recurrir a la fuerza, si fuese necesario, para preservar el arreglo de Viena. No obstante, ni la Santa Alianza ni la Cuádruple Alianza cumplen con las expectativas de sus creadores. En la primera reunión de la Cuádruple Alianza, en 1818, los aliados convienen en retirar sus fuerzas de ocupación de Francia, que había pagado su indemnización. En la siguiente reunión de los aliados, dos años después Metternich y Castlereagh se encontraron en bandos opuestos frente a la cuestión de sofocar las revoluciones internas con el apoyo internacional.
Repercuciones
Los acuerdos de Viena probaron efectivos y ponderados en el ámbito internacional. Por décadas no habría otra guerra en la cual estuvieran envueltas varias potencias, hasta el conflicto de Crimea en la década de 1850; así como tampoco ocurre otra guerra a gran escala que implicase a toda Europa en su conjunto, por lo menos hasta 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Rara vez los vencedores de un conflicto han tratado a un agresor vencido con más generosidad que las mostradas durante el Congreso de Viena.
Sin embargo, mientras una paz relativa fue lograda entre las naciones europeas por casi 100 años, las políticas conservadoras y restauradoras del Congreso de Viena que pretendieron ser impuestas fueron en gran parte responsables de una oleada de revoluciones que sacudieron hacia lo interno de las naciones europeas entre 1820 y 1821; muy a pesar de los intentos de los restauradores por suprimir las aspiraciones liberales y nacionalistas.