A pesar de lo importante que eran los objetivos políticos que el soporte español le daba a la provincia de Buenos Aires y al Virreinato, se limitó, logrando que los argentinos se independizaran antes que otros territorios en América. En base a su creación surgió el deseo de defensa de sus posesiones que se encontraban al sur del continente con las ambiciones de distintas potencias coloniales, como Inglaterra y Portugal.
Luego de estar al mando de la administración del Virreinato del Perú, el tráfico entre Lima y Buenos Aires era muy lento lo que presentaba inconvenientes a la hora de organizar la defensa de Buenos Aires en caso de un inesperado ataque. El territorio se dividió en departamentos y gobernaciones gracias a la promulgación de nuevas leyes por la reforma Borbónica. De esta manera, los aborígenes fueron distribuidos entre un conjunto de terratenientes para mandarlos a evangelizar y así someterlos a todo tipo trabajos forzados en condiciones de esclavitud.
Para aquel entonces el peligro lusitano fue derivado de los problemas originados por adquisición de la Colonia del Sacramento y el provecho de tener en las regiones grandes autoridades pusieden colocarle fin a la amenaza portuguesa. La idea de crear una Audiencia separada de la de Charcas nació debido a que las extensas separaciones dificultaban los trámites en proceso. Por consiguiente los Cuyo, que dependía de la Audiencia de Chile, permanecía si comunicación durante el invierno por culpa delas nieves. El fiscal de la Audiencia de Charcas, Tomás Álvarez de Acevedo, en 1771 levantó un informe destacando la necesidad de crear un nuevo virreinato.
Un factor importante que prevalece en los actos causales del virreinato del río de la plata fue el peligro de las expediciones inglesas y francesas por ocupar en 1771 parte de las costas patagónicas y las Malvinas, gracias a esto fue que nació nuevamente la necesidad de nuevas costas. Fue el aumento de las comunidades blancas y negra los que se dedicaban a la agricultura, ganadería, industrias y al contrabando para determinar la necesidad de reorganizar la administración.

Organización territorial del virreinato del río de la plata
La permanencia de una sola audiencia, la conservación de gobiernos y mejoras en cuanto a la constitución del virreinato desde 1776-1784 permitió – el corregimiento del Cuyo- el cuál fue traspasado desde la Real Audiencia de Chile hasta la jurisdicción de la de Charcas. Para después se sumó la superintendencia de los Establecimientos Patagónicos (1778-1785) y la breve gobernación de Fernando de Poo y Annobón, lo que no permitió la conservación del gobierno creado en la isla de Santa Catalina después de la paz con Portugal en 1777.
El régimen de gobernaciones intendencias que se aplicó en 1784 incentivó a su vez la elaboración de 8 de ellas con el nombre de provincias pasando a ser partidos gracias a las mejores implantadas. Se restableció la Real Audiencia de Buenos Aires y los gobiernos político militares se mantuvieron a excepción del gobierno de Chucuito. La Superintendencia de los Establecimientos Patagónicos subsistió hasta 1785, cuando fue cambiada en la comandancia de Patagones.
Por su parte, la intendencia de Puno fue fundada en 1784 junto con la de La Paz pero fue transferida al virreinato del Perú en 1796. Para luego a partir de 1787 en tres juegos se pasó de esta intendencia a formar parte de la nueva Real Audiencia del Cusco, a la que se sumaron los demás desde 1796. A la hora de la Revolución de Mayo en 1810 las 8 intendencias tenían con su dependencia a 40 partidos, 4 gobiernos político militares y dos tenencias de gobierno. También existían varias comandancias político militares que residían en zonas de frontera con el Brasil portugués, particularmente militarizadas, y otras visualizadas en puntos estratégicos y débiles, las cuales estaban bajo la dependencia directa del virrey.
Todo el virreinato a nivel eclesiástico formaba parte de una provincia de la Iglesia católica, el arzobispado de Charcas, donde el arzobispo era dependiente de seis obispos diocesanos, siendo el de Salta creado en 1806. Al pasar al virreinato del Perú la intendencia de Puno en 1796, los partidos de Chucuito y Paucarcolla siguieron siendo dependendientes del obispado de La Paz
Economía y Política sumergida en el virreinato
El control de los puertos sobre río de plata y las rutas del Atlántico sur era de suma importancia para los criollos argentinos así como también el comercio – todo esto- como principal actividad económica del virreinato. Por esta razón cuando ocurrió la invasión de los británicos en 1806-1807, los bonaerenses programaron un ejército para enfrentarlos con el mandato de Cornelio Saavedra.
Con esto, la milicia derrotó a los británicos sin el apoyo de los españoles para mostrar sus propias habilidades de defensa con el avivamiento del deseo de independencia de los criollos locales que desde principios de esperaban el siglo XIX con la probabilidad de integrarse no solo en las decisiones económicas de la colonia sino también en las políticas.
La economía en este virreinato seguía el modelo extractivo-exportador, al igual que los demás virreinatos, mostrando ajeno a la industrialización dada en el siglo XVIII y a su posterior avance. La ganadería, a su vez, estuvo asentada inicialmente en Buenos Aires para ser parte de una actividad económica importante, cuya trascendencia se mantiene en la zona actualmente. En esta oportunidad la minería no ocupaba el primer lugar que poseía – como hemos leído- en el resto de virreinatos, en el Virreinato del Río de la Plata la actividad minera se concentraba en una serie de yacimientos explotados en la actual Bolivia pero desde el puerto de Buenos Aires se exportaban enormes cantidades de oro y plata llegadas, principalmente, del Alto Perú.
Para aquel entonces el comercio estaba concentrado en la exportación de ganado y derivados, cereales, oro y plata -fuertemente regulado por la metrópolis- lo cual benefició a la proliferación de actividades contrabandistas. La actividad comercial estaba en manos de unos pocos españoles, los cuales se apropiaban de gran parte del poder político.
Los criollos quienes eran liderados por el jurista Juan José del Paso, agrandados por las victorias logradas sobre los ingleses, comenzaron a clamar por la libertad absoluta de España antes que los demás territorios españoles en América. No obstante, Saavedra, quien conocía las habilidades de su milicia solicitó a los criollos aguardar a que España más vulnerable por los franceses para declarar su autonomía y restar, de este modo, las posibilidades de que España se enfrentara a los criollos por desacato a la corona.
Para la época, la zona del río de plata, necesitaba de recursos habituales en otras localizaciones como piedra, madera y minerales con lo que la economía estaba basada en la producción de ganado, especialmente vacuno y caballar. Fue entonces cuando el cuero del ganado remplazó a la mayoría de los escasos materiales, originando lo que se conoce como «cultura del cuero”. La zona instalada por la actual Bolivia estaba nutrida de minerales como la plata – lo que desarrolló explotaciones a grades escala a partir del inicio de la ocupación española-.
En el actual Noroeste argentino las provincias se ubicaron como proveedores de insumos de las minas bolivianas. El virreinato estaba sumergido en grandes regulaciones que el comercio solo permitía comercializar con España o con otras colonias, consolidándose todo el comercio exterior en manos de unos pocos españoles privilegiados.
En el virreinato los principales espacios políticos los ocupaban españoles y los de menor importancia eran asignados a criollos de posición consolidada. Pero en cuanto a la repartición del poder estaban indios, negros y gauchos. Los aborígenes trabajaban en las minas y hacían tareas en el campo, mientras que otros, seguían marcando resistencia a la dominación foránea y la combatían con las armas en noroeste del virreinato.
Bajo condiciones nada favorables -los negros- desde el África Subsahariana, realizaban tareas domésticas en casas de familias más pudientes, o bien a empleaban en el campo para subsistir. El gaucho, fruto de generaciones de mestizaje hacían tareas rurales que necesitaban de gran destreza para que a lo largo del tiempo y debido a la leyenda que va en torno a sus costumbres, cultura y modo de vida, hizo que ocupara un importante lugar en la formación de la identidad nacional de la Argentina que evolucionaría tras la independencia y la disolución del Virreinato del Río de la Plata.
Condiciones sociales del virreinato
La precariedad fue una de las situaciones sobresaliente en las condiciones de vida de las ciudades. La tierra era las calles debido a que el empedrado no existía prácticamente lo que ocasionaba – al llover- verdaderos lodazales impidiendo la movilidad de automóviles. Los faroles, para aquella época, eran la iluminación pública que se instalaba en las calles y que además estaban alimentados con aceite o con velas para ser encendidos al atardecer y apagados al amanecer.
Las ciudades carecían del suministro de agua potable por cañerías, las cuales se encontraban a través de pozos que recogían el agua de las lluvias para luego era almacenada. En la época virreinal el entretenimiento no abundaba por lo que se realizaban actividades locales como: las corridas de toros, las riñas de gallos, carreras de caballos o cabalgatas organizadas. Lo común era el bullicio en reuniones de familias adineradas donde se escuchaba música bailable. Las clases bajas – entonces- se concentraban en las pulperías que eran locales que vendían artículos de almacén así como bebidas para el funcionamiento de los conocidos “bares”.
La escases de piedra en muchas zonas obligó a los habitantes a construir sus viviendas con adobe y materiales cerámicos. Las casas eran bajas y contaban con personas -conectadas todas- con un patio central que en algunos casos tenía una galería. Las ventanas de las casas estaban protegidas por rejas artísticas que terminaron siendo voladizas y las puertas eran hechas con maderas talladas que generalmente provenían de Paraguay.
En cuanto a los medios de transporte en tierra, no existían ya que en las zonas con aguas cercanas el transporte era mediante barcos. En el virreinato también se contaba con una escasa rede de caminos de tierra para intercomunicar las diferentes regiones. A medida que estos caminos se hicieron se establecieron locales llamados postas cuya función era la de proveer escalas para que los viajeros pudieran descansar, comer, beber, reaprovisionarse y en algunos casos cambiar los caballos cansados, por caballos frescos.
Las Invasiones Inglesas y la formación de la Milicia
En dos oportunidades, los ingleses, obtuvieron el poder de la ciudad de Buenos Aires pero en ambas ocasiones fueron derrotados. En base a eso, se concluye que el primer intento fue en el año 1806 cuando un ejército británico derrotó a los españoles para adueñarse de la ciudad. Para después la población se levantó de la mano de Santiago de Liniers para eliminar a los ingleses.
En 1807 salió a relucir un nuevo ejército ingles que acabó con el campo abierto a las milicias, pero al intentar entrar en la ciudad de Buenos Aires fueron derrotados al punto de que los ingleses se rindieran para ser entregadas así las demás plazas que habían capturado. Estos ejércitos fueron la base de las siguientes milicias libertadoras, que pelearon contra los realistas por la libertad de Latinoamérica.
Fin del Virreinato del Río de la Plata
Finalmente, fue la exitosa Revolución de Mayo en 1810, generada en Buenos Aires, la que fue hecha por las fracasadas revoluciones de Chuquisaca y La Paz, ambas de 1809 en la provincia de Charcas, las cuales desataron el inicio del enfrentamiento de la Independencia Argentina que culminó con la separación del virreinato respecto del poder español y su posterior división.
Fue entonces en 1811 cuando el último virrey, Francisco Javier de Elío, abandonó el cargo para dejar al mando al gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, quien pasó a ser el máximo cargo español como capitán general y gobernador de las provincias del Río de la Plata. Vigodet continuó en su cargo hasta que la entrega de Montevideo en 1814 cuando supuso el final del dominio español en el Río de la Plata.
Virreyes del río de la plata
Virreyes | Período |
Pedro de Cevallos | 1776-1778 |
Juan José Vertiz | 1778-1784 |
Nicolás del Campo | 1784-1789 |
Nicolás de Arredondo | 1789-1795 |
Pedro Melo de Portugal | 1795-1797 |
Antonio Olaguer Feliú | 1797-1799 |
Gabariel de Avilés | 1799-1801 |
Joaquín del Pino | 1801-1804 |
Rafael de Sobremonte | 1804-1806 |
Santiago de Liniers | 1807-1809 |
Baltasar Hidalgo de Cisneros | 1809-1810 |